Un Mural de cerámica es como un tatuaje: para toda la vida.
Se puede eliminar, pero siempre mediante la destrucción, el primero quemando la piel, el mural por demolición.
El mural cerámico reviste cualquier paramento vertical: una pared, una fachada, un muro, un tabique, un chaflán, localizando una calle o plaza.
Un tatuaje en la piel siempre simboliza algo querido, sentido, sufrido, vivido… una forma de identificación.
En ambas representaciones se plasman intenciones que superan el corto plazo de hoy para ayer. Forman parte de otra dimensión destinada a un futuro, más allá de la inmediatez.
Antes las cosas se fabricaban para que durasen toda la vida… por eso la cerámica nos persigue desde el neolítico. Sin duda.
Los primeros azulejos vidriados datan en Mesopotamia 500 A. DE c.
La cerámica mural ha sobrevivido a guerras y destrucciones.
El plástico, los vinilos y luminosos han demolido muchos murales de pared.
En la mayoría casos de mal gusto, arquitectónicamente hablando, no tienen en cuenta la edad de las fincas que los exponen…
A ningún ayuntamiento se le ocurre (de momento) señalizar las calles con vinilo… aunque peores cosas se han visto…
He hecho cerámica mural, que cuando cambió el negocio del local, no hubo narices de demolerlo, se dedicaron a pintarlos por encima… no saben que el decapante los sacará a la luz algún día.
La cerámica vidriada es un soporte que aguanta el ataque químico como ninguno…. Más de una vez un cliente me preguntó:
— “…y si me lo pinta un grafitero?….
— Pues lo limpias con un disolvente o decapante…no temas. El único enemigo de un mural es un martillo.
El mural de la taberna de mi abuelo.
Uno de los murales que guardo en mi memoria (y que nunca llegué a ver), es el que revestía la pared de la taberna de mi abuelo Mariano, lo conozco por fotografías. Brutal.
El que compró después el local lo demolió, con dos coj****, para montar una tienda de sintasol y papeles pintados…. una época, un momento… y pasó por encima de todo.
Como siempre, mucho ego, más modernos y lo de siempre… donde esté el plástico… la prepotencia de pensar que lo nuevo es mejor….
Hoy día valdría más el local con el mural que sin él…
Era una joya que hoy día estaría protegida. Pero en aquel momento recordaba al pasado y no valía…. una lástima.
Me encantaría poder hacer un mural en Lavapiés, sería un homenaje tardío al buen gusto de mi abuelo.
Murales creados para el espacio al que van destinados.
Todos los murales que he pintado han sido diferentes, y como los tatuajes, cada uno se adecuaba a un espacio, a un momento, a una ilusión… y como siempre: pensando que son para toda la vida.
Confío en que perdurarán, con excepciones, porque mi cerámica mural sigue expuesta al devenir de los tiempos….
Recuerdo uno que demolieron para montar un restaurante asiático… tengo que investigarlo, quizás perdure bajo el montaje de plástico que se puede ver ahora… y qué les identifica como horteras, efímeros y pobres intelectuales….
Dudo que en China permitan destruir un mural de cerámica. Aquí seguimos teniendo arquitectos municipales y ayuntamientos laxos en cuanto a estos temas… prima la pasta y la especulación….
Pero por lo general, los murales de cerámica perduran. Tanto en negocios, como en tránsitos, números y dedicatorias.
Nadie rompe la placa de “El Huerto de Paquita” ni de “La Bodega de Manuel”… siempre estarán… También las recetas de cocina que alicatan cocinas privadas y de restaurantes, que son platos de la abuela…tan queridos.
Los murales de cerámica dejan huella.
Quién encarga un mural cerámico, como un tatuaje de pared, quiere que lo nombrado anunciado, pintado, representado permanezca, se quede ahí.
Aunque somos efímeros nos gusta dejar huella… y nada mejor que un mural cerámico.
Es actual, es vintage, es para siempre, algo más que una intención.
Antes de la aparición del plástico, los carteles publicitarios eran de azulejos pintados, también se anunciaba sobre chapas de hierro.
La otra opción es un triste vinilo sobre plástico…. lo efímero la única memoria que deja es contaminación.
Valiente huella.
Pasamos por encima de todo, pensamos que lo nuestro es mejor y más original y terminamos demoliendo murales cerámicos, tirando carteles de chapa, enfoscando muros de piedra, tapando vigas de madera con escayola.
¿Nos da miedo el pasado? ¿Lo antiguo ? ¿lo que huele a auténtico? ¿Lo que sabe a tradición? ¡Qué triste pena!
A mí me dan miedo las modas…. y su carácter efímero.
¿Te interesa un mural para toda la vida?
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